Aunque el francés suena tan lindo que ninguna inclusión en un texto en otro idioma debería ser justificada, hemos de decir que no constituye un mero acto de snobismo el pertinente título que hemos elegido para esto que se escribe, dado que –de algún modo- el primerísimo punto de partida de lo que hoy nos congrega francés es. Pero vamos por parte…
Las imprevisibles vueltas de la vida nos llevaron recientemente a una sala t
eatral, Pata de Ganso, donde los jueves a las 21:30 hs. el grupo Teatro Mudable presenta “Los Novios de las Estaciones”, una obra basada en “La boda o las estaciones locas”, de Jacques Prévert, eminente poeta galo que vivió entre 1900 y 1977.
¿Por qué “triangle”? Porque la pieza se ve sostenida por un triángulo de personajes: la Mujer o Señorita, interpretada por Ana Juárez, Marta Lynch, corporizada por Sara Calla, y el Joven, representado por Maximiliano García. Como en todo triángulo que se precie, el Joven se sentirá alternativamente atraído por la Señorita –de algún modo la dulzura más bucólica hecha carne- y por Marta Lynch –una sutil mezcla de sarcasmo, severidad y erotismo-. Pero la idea acá no es contar la obra, sino 
explicar el título que elegimos para hablar de ella.
Nos queda, pues, el “Bermudes”. Huelgan aquí explicaciones: aunque probablemente ninguno de nosotros haya sobrevolado el famoso Triángulo de las Bermudas, todos sabemos de qué se trata. ¿Y qué tiene que ver esto con “Los Novios…”? Tiene, tiene:
Desde el momento en que uno se sienta en la butaca, experimenta un jubiloso extravío: entrar en “Los Novios de las Estaciones” es perderse en un paseo no tan alocado –ni tan cuerdo, por cierto- como onírico. Si se pudiera hablar de una atmósfera predominante en la sala teatral, sin duda sería ésta de ensoñación, sensación que se ve apuntalada por el eficaz trabajo de Hernán Esquivel y Alejandro Paz, quienes, en vivo, interpretan la música original que se encastra con la obra con tal precisión que cualquier relojero suizo podría enorgullecerse de ella.
Con libro y dirección de Natalia Legarreta, “Los Novios…” se centra en la atormentada situación del Joven, un escritor acosado en igual medida por bloqueos, sueños y deseos. Cual diablito y ángel, la invernal Marta Lynch y la cálida Señorita procurarán seducirlo no sólo en la vigilia sino también en el sueño. No debe pensarse, sin embargo, en una competencia entre las dos mujeres, si bien algunos contrapuntos entre ellas podrían sugerirlo. Tampoco, por ende, puede hablarse de ganadores o perdedores: se supone que hay una boda, es cierto, pero…
Con todo, la pieza se permite certeros momentos de liviandad que garantizan la sonrisa de la audiencia e incluso alguna carcajada de los más entusiastas. Tampoco falta el erotismo, sagazmente dosificado en breves pero electrizantes y sugerentes encuentros.
Volvemos al principio: si “Triangle des Bermudes” ha suscitado en usted la curiosidad necesaria para atreverse a salir de la ciudad (en sentido figurado: la sala queda en el Abasto) y perderse en un paisaje de ensueño que tal vez ni el mismo francés que dio el puntapié inicial de este asunto habría sido capaz de imaginar, ya sabe usted qué hacer. Si, en cambio, necesita usted más información antes de acometer la empresa, en http://losnoviosdelasestaciones.blogspot.com encontrará más motivos para hacerlo.
Una vez alguien me dijo: Rock is dead!
Pasó otro alguien y agregó: El Estadio Obras ahora es el Pepsi Music Arena.
El Coro repetía, entretanto: "Seremos chetos, seremos graszasz, pero caretas no!
Un tercero -no Osho ["¡Oyo al oio de Osho!"]- dijo: Si el Rock está muerto, ¡tomémonos una pepsi (no ®) y convirtámoslo en el Templo del Pop!
El Chorus agregó: "Call Prince: There are thieves at the temple tonight"
El barrendero dijo: "No se olviden de Cabezas" y se fue corriendo a la productora pero no había ni una de las 4, así que pasó por las Islas Caimanes y ya nadie se acordaba de Yabrán; volvió a la cancha de Boca, estaban Sabina & Páez cantando "Viento, dile a la Lluvia" y entonces -el barrendero era de Urbasur- un camionero de CliBA lo pisó por mirarle el culo a algo que pasaba.
Mientras tanto Juanse Gundo Stegmannn se olvidaba la letra de una de sus canciones pero el público de Soda le escondía los espacios en aparente blanco al grito de que se muriera Luca, pero con K, el de Suzanne Vega, y la puta madre que había parido a no se sabe Quién.
Moralina: Se puede quedar bien con Dios, con el Diablo, con Buddha, con el Bar de Buda, con Vos que esto estás leyendo (y no te pongo en mayúscula por religioso sino por Fantasma, como buen personaje que sos, presunto Lector), y con los terceros respecto de los cuales te aseguraría Arcadia, La Caja o McGoya, que es como Ma Ganga pero mezclado con McDonald's, un pintor español y vaya a saber qué más uno. Sólo hace falta paciencia, se cabildea.
